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La Disciplina el Hábito Forjador del Éxito

DisciplinaLa disciplina se define como la capacidad mental, emocional y física para cumplir un objetivo o meta determinada. Y es en sí misma la garantía humana de la conquista de toda meta propuesta.

Todos los días nos vemos avocados a circunstancias ordinarias o extraordinarias donde la disciplina es requerida y puesta a prueba para mantener un estándar de vida o superarlo, y cumplir con las demandas personales, laborales, familiares y sociales.

La disciplina se le inculca y se le enseña al ser humano desde sus primeros años. Normalmente esto tiene que ver con levantarse a tempranas horas de la mañana, bañarse, vestirse, comer  e ir a cumplir actividades académicas durante cierto número de horas, llegar al hogar comer y adelantar los deberes académicos.

Esta rutina que puede durar 14 años o más, es la primera metodología que enseña al hombre a ser un ser disciplinado para lograr objetivos, aunque los menores tienen a sus padres o tutores para escoger por ellos los lugares, las personas y los conocimientos para que más tarde estos se desarrollen como personas de bien y aporten un trabajo significativo para la sociedad.

Una vez terminado el ciclo educativo normal, las personas ingresan al sector productivo a cumplir un horario laboral y a cumplir resultados profesionales según el cargo en el que ejerzan, sea administrativo o comercial para justificar su permanencia en la empresa que los contrata. En el caso de ser independiente o ser un empresario sobre todo al comienzo y en la media marcha las circunstancias son todavía más exigentes en cuanto a la disciplina que necesita y el tiempo que debe dedicar a su negocio para cumplir con un funcionamiento adecuado y ser competitivo en el mercado.

Nótese que la disciplina en la etapa de formación académica de una persona es algo impuesto y orientado por padres y mayores, pero en la edad adulta será una decisión del individuo y será autoimpuesta por sus metas y objetivos para conquistarlos y cumplirlos. Es decir, se habla entonces de una autodisciplina.

Sin embargo para muchos este cambio llega de forma inesperada, cuando se encuentran de frente con una realidad angustiante en su vida que exige un nuevo esfuerzo para superar un modo de vida o unos resultados personales, laborales o familiares que no satisfacen o no permiten disfrutar de una mejor calidad de vida.

Precisamente en esta sociedad moderna donde los cambios son tan frecuentes casi a todo nivel y especialmente en los modelos de pensamiento para percibir las oportunidades que requieren una evolución y una adaptación constante a las circunstancias, la disciplina interviene como el factor decisivo para comenzar y terminar las metas y objetivos que elegimos.

La indisciplina por otra parte como proceso anárquico ante los cambios y retos hace parte de una rebeldía consciente e inconsciente que aparta al hombre del progreso y lo lleva a una convivencia forzada con el statu quo, para luego justificar la elección de una vida mediocre y que no trasciende.

En un joven hasta los 25 años por ejemplo, es común observar momentos de indisciplina y rebeldía con respecto al orden social, debido principalmente a un desborde químico que experimenta su cuerpo en pleno desarrollo y por otro lado porque la corteza pre frontal de su cerebro no se ha desarrollado por completo. Lo cual se traduce en actos temerarios e intrépidos que retan los modelos de convivencia y progreso establecidos por la sociedad.

En el adulto medio entre los 25 a los 45 años en cambio, la indisciplina tiende a mermar significativamente en unos aspectos como el de contradecir y oponerse radicalmente a las normas sociales. Pero en otros puede que la indisciplina se manifieste y sabotee el progreso de otras maneras, como en el caso de un padre o madre de familia que no busca o no se compromete con oportunidades que le permitan elevar el bienestar económico de su familia.

Esto se deja ver generalmente cuando una persona con obligaciones inicia una actividad laboral adicional a su trabajo y después de un tiempo de trabajar en ella pierde el rumbo y renuncia a su metas o nunca la comienza, conformándose con lo necesario para tener una vida ordinaria. Obligando por supuesto a su familia a pagar el precio de la indisciplina y la dejadez.

En la vida del ser humano en general es claro que no es posible saber con certeza que esfuerzo y resultados nos depara una meta u objetivo, y por esa misma razón hay que imponerse un ritmo de trabajo para conquistar logros progresivos que aclaren el panorama sin renunciar.

Incluso cuando todo parece confuso en un momento dado, sólo las metas definidas y claras, y la disciplina ejerciendo dominio y control sobre el trabajo organizado llevan al éxito en cualquier proyecto personal y/o laboral.

La disciplina se hace necesaria entonces tanto para llevar una vida ordinaria y rutinaria, es decir para cumplir con las obligaciones que todo adulto normal contrae con su familia, trabajo, campo profesional, etc., y mucho más para aquellos que no se conforman con una vida promedio, sino que quieren obtener resultados adicionales o fuera de lo común, a nivel personal, laboral y económico.

Pero de este análisis surgen dos preguntas concretas: ¿qué determina el nivel de disciplina de una persona adulta y cómo fortalecerla y mejorarla?

Contestando a la primera pregunta la disciplina tiene cuatro áreas en las cuales es necesario fortalecerla y mejorarla:

1. Parte Mental

En este caso una persona disciplinada debe tener y cultivar buenos hábitos como: el amor al trabajo, la elaboración de metas organizadas y planeadas, optimización del tiempo, la no frecuencia de información negativa como noticias amarillistas en los medios e comunicación: TV, radio, prensa e Internet y la asociación con personas que la estimulen y que se superan y alcanzan metas.

2. Parte Física

Esta parte es muy importante a la hora de desarrollar y conservar una autodisciplina y para ello es necesario una alimentación adecuada que energice el cerebro y aumente la resistencia, y por otro lado evitar el consumo de sustancias psicoactivas como el alcohol, drogas y tabaco.

Una actividad física regular también hace parte de este escenario y ojalá de alto rendimiento como: atletismo, ciclismo, y natación porque evita la depresión y la apatía por la vida, a la vez que aumenta la eficiencia del sistema inmunológico y despeja la mente de preocupaciones, aumenta la autoestima y la resistencia, la capacidad de concentración y la tolerancia al estrés.

Por otra parte estudios han demostrado que una mayor y mejor oxigenación en la sangre causada por el ejercicio físico regular aumenta las capacidades intelectuales, al tener el cerebro más oxígeno y una mejor refrigeración.

Pero la parte más importante del ejercicio en cuanto a la mejora de la disciplina es que actúa como ancla directa, esto quiere decir que fomenta la creación de metas, resistencia y el alcance de objetivos para aplicar luego esa nueva condición física y mental en otros escenarios de la vida como los personales y laborales donde se requiere de disciplina, para llegar a los resultados esperados.

3. Parte Emocional

Las emociones son claves a la hora de desarrollar una autodisciplina, y esto es extremadamente necesario a la hora de funcionar en ambientes adversos donde se experimenta oposición a los objetivos y metas propuestas, y donde el desgaste físico y mental es mayor.

Por tal razón hay que buscar la forma de erradicar las emociones negativas o de tratarlas y purgarlas si aparecen, emociones tales como: temor, frustración, ira, tristeza y apatía. Y sustituirlas por las positivas como el entusiasmo, el amor, la alegría, etc.

A continuación y contestando a la segunda pregunta ofrecemos una guía práctica para implementar y desarrollar la disciplina y autodisciplina en tu vida:

1. Parte Mental:

2. Parte Física:

3. Parte Emocional:

Para obtener mejores resultados en la práctica  y ampliar los conocimientos expuestos en este artículo sobre «La Disciplina el Hábito Forjador del Éxito», conoce y utiliza el siguiente:

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